Artículo publicado en El Mundo (Sección Opinión)
La innovación en España, por extraño que pueda parecer a algunos, goza de muy buena salud. Una de las cualidades reconocidas del innovador español es su espíritu resiliente, afrontando los fracasos como parte del camino para llegar al éxito.
La innovación ha tomado ya altos vuelos en España y los esfuerzos de las empresas por desarrollar productos y servicios nuevos cada vez se acoplan mejor a las necesidades de las personas y se anticipan a las necesidades latentes. La innovación tiene por objetivo hacernos la vida más fácil en lo personal y profesional. Según el Mapa de Empresas Tecnológicas en España 2018 de Innobooster, las innovaciones tienen tres tipos de objetivos: nos ahorran tiempo, dinero o nos dan acceso a algo disruptivo. Estos objetivos no suelen ser únicos sino que hay combinación de varios y predominio de uno en esta mezcla.
El tiempo es un valor de capital importancia y, el ahorrarlo, un objetivo de la innovación que, bien idea un producto o servicio nuevo, o bien, partiendo de unos ya existentes, facilitan y acortan los procesos de trabajo y convierten nuestro tiempo en un recurso más eficiente. Estamos ya en la industria 4.0, la cuarta revolución industrial que significa no ya sólo la automatización de las máquinas, sino que éstas estén interconectadas entre sí para maximizar su eficacia operativa. Esto es: son procesos productivos que tienen inteligencia artificial. El ahorro de costes es otro objetivo empresarial de primer orden. En España se hace con éxito, especialmente en las mejoras de la eficiencia energética y en el nacimiento de los eco-procesos, que no solo son más sostenibles para el medio ambiente, sino que también ahorran recursos, siempre y cuando no haya exceso de subvenciones que desvirtúen su cometido. Como ejemplo de empresas que impulsan fuertemente este tipo de innovación haría especial mención a Renovagy y Geneticai.
Las innovaciones que dan acceso a lo disruptivo generan, en la mayoría de los casos, nuevas necesidades. Estas requieren mayor grado de abstracción para ser conceptualizadas. Las plataformas de crowdfunding son el vivo ejemplo de este tipo de innovación. ¿Quién iba a pensar en ser co-inversor en energías renovables o en empresas no cotizadas con solo 2.000 euros de ahorro? Fundeen, Faraday, o Fellow Funders, son algunos ejemplos de plataformas exitosas. Como lo son también las plataformas de carpooling y otros tipos de movilidad como Blabacar, Journify o Muving.
La tendencia más definida de la I+D para los próximos años es la inteligencia artificial que se refleja de diferentes formas según el entorno en que se aplica. Por ejemplo, en procesos que incorporan conexión en las cosas o Internet of Things (loT) consiguiendo que las máquinas adapten sus procesos de forma tan autónoma que se anticipan a las futuras necesidades de una persona o una fábrica. El Machine learning incluso hace posible el aprendizaje dinámico de la máquina en base a sus experiencias.
En cuanto a las ciencias de la salud cabe destacar una tendencia clara a incrementar la inversión en biotecnología en comparación con el crecimiento más moderado de la industria farmacéutica. Ambas producen medicinas, pero mientras que las de las compañías farmacéuticas se desarrollan a partir de químicos artificiales, las de las compañías biotecnológicas se producen con derivados de organismos vivos. Según la asociación Farmaindustria, aproximadamente un tercio de medicamentos aprobados legalmente en la actualidad en España, son ya biológicos. Y de los medicamentos que están en desarrollo, ya llegan al cincuenta por ciento.
Y es que el emprendimiento y la innovación están totalmente correlacionados en España, más que en cualquier otro país europeo. Según las cifras que presenta el mapa de emprendimiento Spain Startup 2017, el 80% de la actividad emprendedora nace de la detección de la necesidad de una innovación. Y es que actualmente los emprendedores son más profesionales de la innovación que empresarios. El informe citado confirma además su buena preparación porque el 97% de los emprendedores españoles tienen título universitario.
Las empresas tecnológicas necesitan muchos más apoyos que las empresas que tienen modelo de negocio y productos tradicionales. Porque para abrirse camino es mucho más complicado. Imaginemos una empresa biotecnológica que está investigando para mejorar radicalmente el ratio de supervivencia a un tipo de cáncer, o frenar el progreso de enfermedades degenerativas. Son investigaciones planteadas a largo plazo y es necesario, para desarrollarlas, cinco, diez, viente años. Y no es fácil encontrar inversores que arriesguen en apuestas tan dilatadas en el tiempo. Solamente empresas con planes meridianamente claros y buenos respaldos económicos consiguen ejecutar su proceso investigador.
Los respaldos económicos a los proyectos innovadores están en el sector público y en el privado con diferentes formatos según la madurez del proyecto y la temática. En el sector privado, los primeros inversores son las tres efes: Family, Fools (locos) y Friends y luego están los Business Angels. Varias grandes entidades impulsan la innovación a través de aceleradoras, incubadoras o hubs corporativos, las de Telefónica, Enel, Repsol, Indra, Santander, Sabadell, Cuatrecasas son algunas de las mejores iniciativas corporativas en España. También están las universidades, las aceleradoras independientes y las pequeñas ayudas públicas que suelen ser de los gobiernos autonómicos. Y cuando la empresa innovadora ya tiene un cierto recorrido prometedor, el último empujón financiero lo dan en muchos casos las sociedades de capital riesgo y las ayudas públicas provenientes de entidades nacionales como Enisa, CDTI y, en el ámbito supranacional, la Unión Europea.
La innovación en España, por extraño que pueda parecer a algunos, goza de muy buena salud. Una de las cualidades reconocidas del innovador español es su espíritu resiliente, afrontando los fracasos cómo parte del camino para llegar al éxito. Algo esencial en el nuevo mundo tecnológico que nos espera.
Ana Durán Moreno es experta en innovación y CEO de Innobooster